El expresionismo, como tendencia humana, forma parte intrínseca del pensamiento y sentir germano. Desde la fuerza romántica del Sturm und Drang, pasando por las obras teatrales de Schiller, la lingüística organicista de los hermanos Grimm, recorriendo el lenguaje profético y violento de Así hablaba Zaratustra de Nietzsche hasta desembocar en la pasión demágógica de los discursos guerreristas de Adolf Hitler; el sentimiento expresionista se vuelve una suerte de hilo conductor del alma teutona y una manera de esconder (¿O reflejar desenfadadamente?) los miedos, incertidumbres y miserias de del hombre alemán de todos los tiempos.
Por lo tanto, Edward Munch es apenas un registro palpable de esta necesidad ontológica de manifestar pensamientos, comunicar "panes que se queman a la puerta del horno", parafraseando a al ilustre bardo peruano.
Hugo Ocanto
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