domingo, 5 de marzo de 2017

El Arte de la Guerra Civil en España

Durante La Guerra Civil española entre los años 1936 y 1939, el arte tomo un giro, un nuevo movimiento un, un nuevo estilo: el realismo, que se desarrolló gracias a la inspiración de los artistas e intelectuales de esta época. El nuevo movimiento que dejaba atrás las marcas del surrealismo y el cubismo fue dominante y reflejaba su sencillez expresiva. Sus raíces sociales, la guerra, la revolución; debido al auge de la politización de la cultura, no se permitían los planteamiento objetivo o que no fuera de índole política.
Su estilo fue propagandista, con esto me refiero a que su enfoque era informar y formar tomando partido.

Vértice. Revista nacional de la falange.
Los entes políticos estimularon la publicación de carteles y hojas ilustradas de propaganda, boletines, etc., en los cuales era evidente que exaltaban el espíritu y el sentido de la lucha. Las publicaciones que más destacan en la llamada zona nacional son Vértice y Jerarquía, ilustrando sus números Teodoro y Álvaro Delgado, José Caballero, J.J. Acha, J. Olasagasti y Carlos Sainz de Tejada.
Hora de España. Revista
Hoja semanal. Mono Azul

En la zona republicana señalamos Hora de España y Mono Azul.







Las exigencias propagandísticas y de formación política de las masas exigen cuadros, grabados, carteles, esculturas y productos artísticos monumentales. Así, el Pabellón español en la Exposición Universal de París de 1937, de Sert y Lacasa, se concibió como un "stand" de propaganda destinado a mostrar las realizaciones y la forma de sentir de la España republicana. Un arte comprometido y a la vez renovador que refleje el espíritu de la República.

En él se expusieron el Guernica de Picasso


Guernica de PicassoTambién se expuso La Fuente de Mercurio de Calder, La Montserrat de Julio González, El Campesino catalán en rebeldía de Joan Miró o El Pueblo Español de Alberto Sánchez, y otras obras de pintores, escultores y fotógrafos que muestren el horror de la tragedia.

Picasso pintó el Guernica por encargo del gobierno de la República para esta exposición. Su importancia reside en que es un cuadro símbolo de la Historia de España y denuncia los horrores de la guerra. El 26 de abril de 1937, durante la guerra civil española, la aviación alemana, bombardeó el pueblo vasco de Guernica. El cuadro no representa el acontecimiento en sí, sino que a través de él se expresa la violencia y la crueldad de los hechos. Imágenes como la del toro, el caballo moribundo, el guerrero caído, la madre con el niño muerto, los edificios en llamas y destrozados reflejan la inhumanidad y la brutalidad de la guerra. El cuadro es un alarido, un grito desgarrador de pavor.

El campesino catalán de Miró pide ayuda internacional destacando su brazo y puño cerrado.













La Montserrat 
 Montserrat gritando. 

Una de sus figuras más dramáticas y expresivas. Resume todo el dolor y dramatismo de la guerra. Es la figura de una campesino (La Montserrat de Julio González) con paso firme que se planta altiva y desafiante, sosteniendo en una mano una hoz y en la otra un niño. De esta obra realizó más tarde una serie de interpretaciones como La cabeza de Montserrat (Cabeza  Montserrat gritando. Julio Gonzalez. Amsterdam 1937). El rostro recuerda la expresividad de las figuras del Guernica de Picasso. El personaje, que lleva el típico pañuelo campesino de los años 30, dirige el rostro hacia el infinito y la boca abierta expresando la rabia y el dolor por la situación de angustia que padece.

Alberto Sánchez había fundado junto al pintor Benjamín Palencia la Primera Escuela de Vallecas. Abandonó el cubismo y se inició en el Surrealismo, llegando a desarrollar un estilo muy personal que le convierte en uno de los principales exponentes de la llamada escultura organicista. Su obra es sencilla, se inspira en el pueblo, en el campo y en la naturaleza. Encuentra equilibrio entre el organicismo y la estilización.


Para el exterior del Pabellón español realizó una de sus obras más célebres, El pueblo español tiene un camino que conduce a una estrella. La composición está marcada por un claro sentido de verticalidad serpentina, subrayada por la dirección ascendente y el juego de convexidades y concavidades en el modelado de las formas, que culmina con la estrella. Presenta su preocupación por las formas orgánicas, inspiradas en los motivos vegetales y minerales del paisaje castellano. Vemos la sencillez expresiva de las formas, la decoración geométrica, la frontalidad, temas antropomórficos y zoomórficos, el tratamiento de orificios y porosidades de la superficie. Ha sido interpretada como denuncia política, testimonio de la angustia y amargura que vive la sociedad española con la Guerra Civil y como símbolo político de la República española.

El cartelismo fue la actividad más desarrollada en la época, alcanzando gran diversidad de estilos y planteamientos revolucionarios. Renau fue el primero en plantearse la función social de su producción e influido por el cartelismo soviético posrevolucionario, utiliza la técnica del fotomontaje.
Bardaso emplea una técnica más tradicional, no utiliza ni el fotomontaje ni imágenes gráficas, sino que se basa exclusivamente en el dibujo. Un dibujo simple y poco terminado, como a brochazos, de gran fuerza expresiva.

También encontramos el cartel satírico, que basa su humor en la caricatura de las principales figuras políticas y militares del bando contrario. Cultivan este género Cañavete y el autor anónimo del cartel Los nacionales.

El grabado y el dibujo a tinta también fueron formas de expresión propicias. Sobresalen Antonio Rodríguez Luna, Arturo Souto, Miguel Prieto, Eduardo Vicente, Ramón Puyol o Victorio Macho.

Algunos continuaron elaborando imágenes similares a las que habían hecho en años anteriores a 1936. Arturo Souto, por ejemplo, sigue en la línea del expresionismo social; Ramón Puyol, sigue su línea de realismo político y épico y Eduardo Vicente, practica un expresionismo social y bélico de carácter sentimental.

Otros artistas evolucionaron, como Victorio Macho, que alcanzó la cumbre del realismo social con El labriego. Antonio Rodríguez Luna se sitúa en un surrealismo personal, o un realismo mágico. Le interesa la crueldad y la violencia. A través de un mundo deformado y distorsionado, sus obras proporcionan la imagen exacta de lo que fueron los acontecimientos bélicos.

En escultura, Julio González y Alberto Sánchez serán los dos grandes escultores del momento.

Referencias:

Autor: Ibarra Yeissy

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