miércoles, 14 de septiembre de 2016

Poesía Mística Española

Génesis Marcano

     La mística española se desarrolló principalmente en Castilla, Andalucía y Cataluña. Brota fuertemente en el siglo XVI a causa de la tensión existente con el Protestantismo. Existen los precedentes medievales de Raimundo Lulio, que marca fuertemente la tradición española con el contacto de la cultura árabe y la mística sufí, y con la tradición semítica de la cábala (en España se compiló su libro más importante, el Zohar, y muchos escritores sefardíes emigrados ampliaron las enseñanzas cabalísticas, como por ejemplo Moisés Cordovero o Isaac Luria). Se trata, además, cronológicamente, de una de las últimas místicas aparecidas y en cierto modo representa la culminación de la tradición mística cristiana.


     En la amplia gama de tópicos que la poesía puede abordar, la mística ocupa un lugar destacado, aunque no sea muy común como género. La relación entre poesía y mística tiene su origen en la finalidad misma de ambas: el acercamiento al Absoluto. Esta afirmación ha sido ratificada por muchos poetas, religiosos o no. El intento de la poesía por crear nuevos mundos o expresar emociones que no entran en la esfera de lo tangible o lo comprobable es muy similar al anhelo místico. Aunque el poeta no profese un credo específico, se siente atraído continuamente por lo inmaterial, lo etéreo, lo inmanente. 

     La Poesía mística se caracteriza por la expresión del sentimiento de unión del alma con Dios. Para llegar a este matrimonio espiritual con Dios hay que practicar las virtudes cristianas y cumplir con las tres etapas o vías místicas: purgativa (penitencia), iluminativa (oración) y unitiva (unión con Dios).

Exponentes de la Poesía Mística:

Santa Teresa de Ávila (Teresa Cepeda y ahumada)
 Religiosa carmelita, mística, escritora y fundadora de las carmelitas descalzas. Disgustada por la relajación e indisciplina de las carmelitas y con la ayuda de San Juan de la Cruz, emprendió la reforma de la Orden. Así consiguió fundar 30 conventos que se caracterizaron por el cumplimiento estricto de las severas reglas de la Orden. Gracias a esto, consiguió purificar la vida religiosa española de principios del siglo XVI y contribuyó a fortalecer las reformas de la Iglesia Católica desde dentro. Desde muy pequeña Santa teresa mostró una imaginación vehemente y apasionada. Su padre, aficionado a la lectura, tenía en su casa algunos romanceros. Esta lectura y las prácticas piadosas despertaron el corazón y la inteligencia de la santa a los 6 o 7 años de edad.
     A los 12 años se hizo asidua a las novelas de caballería que le llenaron la cabeza de ilusiones románticas e idealistas, por lo que su padre tuvo que prohibírselas. Durante su primera época en el convento sufrió graves enfermedades y padecimientos, pero luego de recuperar la salud se dedicó a aficiones mundanas, como hacer vida social con los visitantes del convento. Luego de morir su padre cambio su conducta y comenzó a recibir favores espirituales, visiones y raptos. Luego de unos años comenzó a realizar su proyecto de reformar el Carmelo, a pesar de la oposición de la mayoría de las monjas. Durante esta etapa comenzó a escribir su biografía por mandato de su confesor. Murió el 04 de Octubre de 1582 en Alba de Tormes, España.
Una de sus obras más importantes:

Ya toda me entregué y di

Ya toda me entregué y di,
y de tal suerte he trocado,
que mi Amado es para mí
y yo soy para mi Amado.
Cuando el dulce Cazador
me tiró y dejó herida,
en los brazos del amor
mi alma quedó rendida;
y, cobrando nueva vida,
de tal manera he trocado,
que mi Amado es para mí
y yo soy para mi Amado.
Hirióme con una flecha
enherbolada de amor,
y mi alma quedó hecha
una con su Criador;
Ya yo no quiero otro amor,
pues a mi Dios me he entregado,
y mi Amado es para mí
y yo soy para mi Amado.

San Juan de la Cruz (Juan de Yepez Alvarez)

Nació el 24 de Junio de 1542, en Fontiveros, España. Poeta místico más importante de la literatura española. Ingreso a los carmelitas y estudio en la Universidad de Salamanca, donde adquirió una sólida formación teológica y humanista. Ayuda a Santa Teresa a reformar el Carmelo, teniendo que pasar por grandes humillaciones y por la cárcel, lugar en el que comenzó a componer el “Cántico espiritual”. En sus obras transforma la naturaleza en símbolos para poder comunicar su experiencia espiritual casi inenarrable: sus estados de arrobamiento místico, que narra con gran espiritualidad y vehemencia erótica. Así, el gran tema de sus escritos es el amor, pero trascendente, expresado en la unión mística del alma con Dios. Utiliza como fuente la poesía amorosa profana a la que eleva a categoría divina. Murió el 14 de diciembre de 1591, en Úbeda, España.

Canciones entre el alma y el Esposo

                       Esposa

                       1. ¿Adónde te escondiste, 
Amado, y me dejaste con gemido?
Como el ciervo huiste,
habiéndome herido;
salí tras ti clamando, y eras ido.

2. Pastores, los que fuerdes
allá por las majadas al otero:
si por ventura vierdes
aquel que yo más quiero,
decidle que adolezco, peno y muero.

3. Buscando mis amores,
iré por esos montes y riberas;
ni cogeré las flores,
ni temeré las fieras,
y pasaré los fuertes y fronteras.

Pregunta a las criaturas

4. ¡Oh bosques y espesuras,
plantadas por la mano del Amado!
¡Oh prado de verduras,
de flores esmaltado!
Decid si por vosotros ha pasado.

Respuesta de las criaturas

5. Mil gracias derramando
pasó por estos Sotos con presura,
e, yéndolos mirando,
con sola su figura
vestidos los dejó de su hermosura.

Esposa

6. ¡Ay, quién podrá sanarme!
Acaba de entregarte ya de vero:
no quieras enviarme
de hoy más ya mensajero,
que no saben decirme lo que quiero.

7. Y todos cuantos vagan
de ti me van mil gracias refiriendo,
y todos más me llagan,
y déjame muriendo
un no sé qué que quedan balbuciendo.

8. Mas ¿cómo perseveras,
¡oh vida!, no viviendo donde vives,
y haciendo porque mueras
las flechas que recibes
de lo que del Amado en ti concibes?

9. ¿Por qué, pues has llagado
aqueste corazón, no le sanaste?
Y, pues me le has robado,
¿por qué así le dejaste,
y no tomas el robo que robaste?

10. Apaga mis enojos,
pues que ninguno basta a deshacellos,
y véante mis ojos,
pues eres lumbre dellos,
y sólo para ti quiero tenellos.

11. ¡Oh cristalina fuente,
si en esos tus semblantes plateados
formases de repente
los ojos deseados
que tengo en mis entrañas dibujados!

12. ¡Apártalos, Amado,
que voy de vuelo!

El Esposo

Vuélvete, paloma,
que el ciervo vulnerado
por el otero asoma
al aire de tu vuelo, y fresco toma.

La Esposa

13. Mi Amado, las montañas,
los valles solitarios nemorosos,
las ínsulas extrañas,
los ríos sonorosos,
el silbo de los aires amorosos,

14. la noche sosegada
en par de los levantes del aurora,
la música callada,
la soledad sonora,
la cena que recrea y enamora.

15. Nuestro lecho florido,
de cuevas de leones enlazado,
en púrpura tendido,
de paz edificado,
de mil escudos de oro coronado.

16. A zaga de tu huella
las jóvenes discurren al camino,
al toque de centella, al adobado vino,
emisiones de bálsamo divino.

17. En la interior bodega
de mi Amado bebí, y cuando salía
por toda aquesta vega,
ya cosa no sabía;
y el ganado perdí que antes seguía.

18. Allí me dio su pecho,
allí me enseñó ciencia muy sabrosa;
y yo le di de hecho
a mí, sin dejar cosa:
allí le prometí de ser su Esposa.

19. Mi alma se ha empleado,
y todo mi caudal en su servicio;
ya no guardo ganado,
ni ya tengo otro oficio,
que ya sólo en amar es mi ejercicio.

20. Pues ya si en el ejido
de hoy más no fuere vista ni hallada,
diréis que me he perdido;
que, andando enamorada,
me hice perdidiza, y fui ganada.

21. De flores y esmeraldas,
en las frescas mañanas escogidas,
haremos las guirnaldas
en tu amor florecidas
y en un cabello mío entretejidas.

22. En solo aquel cabello
que en mi cuello volar consideraste,
mirástele en mi cuello,
y en él preso quedaste,
y en uno de mis ojos te llagaste.

23. Cuando tú me mirabas
su gracia en mí tus ojos imprimían;
por eso me adamabas,
y en eso merecían
los míos adorar lo que en ti vían.

24. No quieras despreciarme,
que, si color moreno en mi hallaste,
ya bien puedes mirarme
después que me miraste,
que gracia y hermosura en mi dejaste.

25. Cogednos las raposas,
que está ya florecida nuestra viña,
en tanto que de rosas
hacemos una piña,
y no parezca nadie en la montiña.

26. Detente, cierzo muerto;
ven, austro, que recuerdas los amores,
aspira por mi huerto,
y corran sus olores,
y pacerá el Amado entre las flores.

Esposo

27. Entrado se ha la esposa
en el ameno huerto deseado,
y a su sabor reposa,
el cuello reclinado
sobre los dulces brazos deI Amado.

28. Debajo del manzano,
allí conmigo fuiste desposada.
allí te di la mano,
y fuiste reparada
donde tu madre fuera violada.

29. A las aves ligeras,
leones, ciervos, gamos saltadores,
montes, valles, riberas,
aguas, aires, ardores
y miedos de las noches veladores,

30. Por las amenas liras
y canto de serenas os conjuro
que cesen vuestras iras,
y no toquéis al muro,
porque la esposa duerma más seguro.

Esposa

31. Oh ninfas de Judea!,
en tanto que en las flores y rosales
el ámbar perfumea,
morá en los arrabales,
y no queráis tocar nuestros umbrales

32. Escóndete, Carillo,
y mira con tu haz a las montañas,
y no quieras decillo;
mas mira las compañas
de la que va por ínsulas extrañas

Esposo

33. La blanca palomica
al arca con el ramo se ha tornado
y ya la tortolica
al socio deseado
en las riberas verdes ha hallado.

34. En soledad vivía,
y en soledad ha puesto ya su nido,
y en soledad la guía
a solas su querido,
también en soledad de amor herido.

Esposa

35. Gocémonos, Amado,
y vámonos a ver en tu hermosura
al monte ó al collado
do mana el agua pura;
entremos más adentro en la espesura.

36. Y luego a las subidas
cavernas de la piedra nos iremos,
que están bien escondidas,
y allí nos entraremos,
y el mosto de granadas gustaremos

37. Allí me mostrarías
aquello que mi alma pretendía,
y luego me darías
allí, tú, vida mía,
aquello que me diste el otro día:

38. El aspirar del aire,
el canto de la dulce Filomena,
el soto y su donaire,
en la noche serena,
con llama que consume y no da pena

39. Que nadie lo miraba,
Aminadab tampoco parecía,
y el cerco sosegaba,
y la caballería
a vista de las aguas descendía.



1 comentario:

  1. Buen post, Génesis. Pero hay dos cosas: 1) ¿por qué copiar el Cántico espiritual completo? ¿Para comprobar qué cosa? 2) Fuentes consultadas?

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