Si bien es cierto que la guerra comenzó como un conflicto interno
"nacido en suelo español y a la manera española" (en palabras de
Salvador de Madariaga), no pudo mantenerse ajena al entorno internacional
debido a sus propias raíces ideológicas. Ambos bandos reclamaron inmediatamente
apoyos de otras potencias extranjeras, según el panorama existente en la
alineación del mundo en la década de 1930, hasta el extremo de que algunos
vieron en el conflicto un prólogo de un nuevo enfrentamiento mundial. Si no lo fue,
al menos consiguió implicar a la mayoría de partidos políticos y potencias
europeas. Hoy nadie pone en duda que la intervención extranjera contribuyó
tanto a prolongar la contienda como al futuro del “Movimiento Nacional”. La
primera fase de urgencia (julio-agosto de 1936) llevó, por un lado, al gabinete
presidido por Giral a solicitar el auxilio del gobierno del Frente Popular
francés (presidio por el socialista León Blum) y, por el otro, a los rebeldes a
concretar el inicial apoyo prestado por Italia (gobernada por Benito Mussolini)
y Alemania (con Adolf Hitler en el poder).
El Frente Popular español contó con el apoyo primigenio de Francia, México y la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS). Sin embargo, el temor del gobierno francés a crear una situación conflictiva en todo el continente frenó su ayuda y se acogió a la política de no intervención que, propugnada por el gobierno británico, asimismo acabaría aplicando la Sociedad de Naciones. Francia cerró su frontera a la entrada de material bélico destinado a cualquiera de los contendientes, con lo que en realidad perjudicó notablemente al gobierno republicano. Por su parte la URSS, gobernada por Iósiv Stalin, tras comprobar la participación activa y directa de italianos y alemanes, rechazó la política de no intervención. Su apoyo resultó fundamental en blindados, aviones y equipos de asesores militares. En tanto que los rebeldes recibieron aviones, armamento y combatientes de Italia y Alemania (valga como ejemplo la Legión Cóndor), así como la ayuda de los voluntarios portugueses, enviados por el gobierno encabezado por Antonio de Oliveira Salazar, además de otras colaboraciones.
La LUFTWARE? (fuerzas aéreas nazis) incorporó a sus tácticas las
enseñanzas de la guerra y fueron empleadas con éxito en las primeras fases de
la guerra mundial. Entre sus pilotos aprendieron el oficio en España grandes
figuras como Adolf Galland y Werner Moelders.
Entre los auxilios recibidos por el gobierno republicano merecen
recordarse las Brigadas Internacionales: la III Internacional (también conocida
como Komintern) creó un comité internacional para organizar a sus miembros, que
contó con la participación de los dirigentes comunistas Palmiro Togliatti y
Josip Broz (Tito). Participaron en ellas voluntarios de distintos países
movidos por sentimientos antifascistas, cuyo número es difícil de precisar (tal
vez, unos 40.000) a causa de los relevos producidos en sus filas durante el
transcurso de la guerra. El centro de reclutamiento estuvo en París y entre sus
gestores cobró especial relieve el dirigente comunista francés André Marty. Los
primeros brigadistas llegaron al puerto español de Alicante en octubre de 1936
para continuar hasta Albacete, en donde se formó la XI Brigada, que pronto
participó en la batalla de Madrid. Su intervención al lado de la causa
republicana duró hasta noviembre de 1938.
En medio de todo este proceso destacó de manera especial lo que se
conoció como la política de no intervención asumida por la Sociedad de
Naciones, que, en principio, suponía la prohibición de exportar cualquier
material de guerra, sin más compromisos por parte de los gobiernos. En
septiembre de 1936 nació en Londres el Comité de No Intervención, integrado por
los embajadores residentes en la capital británica con el objeto de reducir el
conflicto al ámbito nacional. Sin embargo, a la vista de las numerosas
violaciones del compromiso, las medidas adoptadas por el Comité de No
Intervención no resultaron efectivas y, desde luego, no impidieron que las
potencias extranjeras apostaran por uno u otro contendiente, si bien la mayor
beneficiada de la actitud de las democracias occidentales acabó siendo la causa
franquista, auxiliada de forma reiterada por las potencias del Eje, resultando
letal asimismo para el gobierno republicano.
Por lo que se refiere al apoyo soviético, la financiación de los
suministros bélicos entregados al gobierno republicano se relacionó con las
reservas del Banco de España. Dos terceras partes del oro guardado en el banco
nacional salieron hacia Moscú, en concepto de depósito primero, y como pago por
aquellos suministros posteriormente. El famoso “oro de Moscú” sería un asunto
controvertido y utilizado como propaganda por el gobierno franquista. Mientras
éste recibió a crédito suministros alemanes e italianos, que fueron abonados en
parte después de finalizar la guerra, el gobierno republicano agotó las
reservas para pagar la ayuda soviética.
Estuvieron en España como asesores militares hombres que más tarde
fueron la elite del ejército ruso en la II Guerra Mundial tales como Rodimsev,
Paulov, Koniev, Malinowski Y Zukov.
CONSECUENCIAS
BÉLICAS
La principal consecuencia de la Guerra Civil española fue la gran cantidad de pérdidas humanas (tal vez más de medio millón), no todas ellas atribuibles a las acciones propiamente bélicas y sí muchas de ellas relacionadas con la violenta represión ejercida, si bien la represión en el lado franquista era patrocinada por las autoridades, en el lado republicano, respondía a la pasión popular mal interpretada. Asimismo la represión franquista no remitió al final de la guerra y continuó hasta los últimos días de la dictadura. Se puede considerar como consecuencia destacada el elevado número de exiliados producidos por el conflicto, algunas de cuyas principales figuras políticas constituyeron durante muchos años el gobierno republicano en el exilio.
Evidentemente además de las consecuencias humanas anteriormente
descritas, la consecuencia política es de una magnitud impresionante puesto que
viene a significar el final de un periodo democrático jamás visto antes en este
país para ser sustituido por una dictadura sangrienta y represiva, que se
prolongará cerca de medio siglo. Esta dictadura además supondrá un freno a la
cultura y la intelectualidad de este país.
En lo que respecta al aspecto económico, las
consecuencias principales fueron la pérdida de reservas, la disminución de la
población activa, la destrucción de infraestructuras viarias y fabriles, así
como de viviendas —todo lo cual provocó una disminución de la producción—, y,
en fin, el hundimiento parcial del nivel de renta. La mayoría de la población
española hubo de padecer durante la contienda y, tras terminar ésta, a lo largo
de las décadas de 1940 y 1950, los efectos del racionamiento y la privación de
bienes de consumo.
Faltan las referencias.
ResponderEliminarBuenas tardes. Muy concisa la información, va al punto que quieres tratar sin atropellos. Hubiese agregado unas imágenes para mayor dinamismo, lo demás, perfecto. Eso sí, faltan las referencias -ojo-
ResponderEliminarAtte, Andreina Randrianasolo.
La información es muy concreta y se entiende todo.
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