jueves, 8 de diciembre de 2016

Generación del 98


LA GENERACIÓN DEL 98

    
      La denominación Generación del 98 alude a un grupo de escritores que, en su juventud, expresaron su profundo desagrado ante la sociedad de la Restauración y proclamaron la necesidad de una regeneración social, cultural y estética.
     El poeta español José Martínez Ruiz “Azorín” fue quien propuso esta denominación en unos artículos de 1913 para designar a un grupo de escritores (poetas, novelitas, ensayistas y dramaturgos) que empezaron a publicar sus obras en los últimos años del siglo XIX. Todos eran amigos entre sí, se caracterizaban por su espíritu de protesta y su profundo amor al arte.

    Ahora bien, los factores socio políticos como el fracaso del sistema de la restauración monárquica, (era un sistema político corrupto en el que los 2 partidos más grandes se repartían el poder por turnos de 5 años). Bajo un gobierno de este sistema aconteció el desastre de 1898 (la guerra colonial que enfrentó a España contra las colonias y Estados Unidos, que las apoyó), es decir, la pérdida de las últimas colonias: Cuba, Puerto Rico y Filipinas. Lo que produjo una reacción de protesta en contra del sistema pues se asoció  el fracaso colonial con atraso sociocultural y político de España.

     Los autores del 98 deseaban regenerar a España, aunque al final de sus vidas admiten la imposibilidad del proyecto y defienden los valores de la tradición hispánica triunfadora (tiempos del Imperio y la Reconquista) frente a la mediocridad del presente.
      

    Todos estos autores intentaron, en uno u otro momento de sus vidas, transformar la vida española. Advirtieron de la necesidad de una regeneración social y cultural en España que permitiera al país superar su decadencia. Lo cierto es que estos autores no fueron capaces de proponer soluciones, pero cumplieron con su objetivo de hacer comprender al lector  la necesidad de un cambio.
  
                                                                                                                          Emily Boxil

      Generación del 98: www.unaspinceladassobreantoniomachado.wordpress.com
MODERNISMO: CONCEPTOS Y RASGOS.

CARMEN ATENCIO

            En la última década del siglo xix, señalaron el advenimiento de una revolución literaria que abarcó a todos los pueblos del habla española en el Nuevo Mundo y que posteriormente se extendió hasta España. El nombre que se le aplicó a ese movimiento fue modernismo que, a pesar de su discutible propiedad ha subsistido en la historia literaria.
            En la segunda mitad de la Europa Occidental del siglo xix surgieron muchas tendencias renovadoras, tanto en la literatura como en arte y estos movimientos que se promovieron en distintos países reciben el nombre de: simbolismo, prerrafaelismo, impresionismo, que en ningún momento se había pretendido agruparlos bajo el nombre de modernismo.
            La palabra modernismo fue empleada para señalar el movimiento de renovación literaria en la América española. Más tarde la misma palabra se aplicó y tuvo vigencia en distintos idiomas Europeos, hasta se manifestó dentro del catolicismo.
            El movimiento modernista obedeció a diversas tendencias del período posromántico, similares a los que se había manifestado en otras literaturas.
            El modernismo fue ante todo un movimiento de reacción contra los excesos del romanticismo y contra las limitaciones y el criterio estrecho del retoricismo seudoclásico.   
            El modernismo tuve como punto de partida un auge negativo, en primer lugar, debía rechazar las normas y las formas que no se avinieran con las tendencias renovadoras y en cambio, el viejo retoricismo que prevalecía en la literatura española de aquel momento. En segundo lugar, modernista debía ser todo lo que volvía la espalda a los viejos cánones y a la vulgaridad de la expresión.
            Entonces, el modernismo es el eco de todas las tendencias literarias que predominaron en Francia a lo largo del siglo xix, el parnasismo, el simbolismo, el realismo, el naturalismo, el impresionismo y para completar el cuadro el romanticismo cuyos excesos combatía.
            La reacción modernista no iba, pues, contra el romanticismo en su esencia misma, sino en contra de sus excesos y sobre todo contra la vulgaridad de la forma y la repetición de lugares comunes e imágenes manidas, ya cuñadas en forma de clisés.
            El modernismo rompió los cánones del retoricismo seudoclásico que mantenía arremetido al verso dentro de un reducido número de metros y combinaciones. Se aumentó el número de versos, tanto simples como compuestos, surgieron metros de diez, once, doce, quince, o más sílabas y nuevas combinaciones métricas entre ellas la que empleó Rubén Darío.
            Dentro del modernismo puede apreciarse dos etapas, en primer lugar, el culto preciosista de la forma favorece el desarrollo de una voluntad de estilo que culmina en refinamiento artificioso y en amaneramiento. Se imponen símbolos elegantes como: el cisne, el pavo real, el lis, se hacen malabarismos con los colores y las gemas y todo lo que hiera los sentidos. En segundo lugar, se realiza un proceso inverso dentro del cual, a la vez que el lirismo personal alcanza manifestaciones intensas ante el eterno de la vida y de la muerte, el ansia de lograr una expresión artística cuyo sentido fuera americano.

            Ureña, Max Henríquez. 1ra edición. (1954). Breve Historia del Modernismo. Editorial, Fondo de Cultura Económica, México.
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miércoles, 7 de diciembre de 2016

CRISIS ESPAÑOLA DEL 98



Yoraily Arevalo

     La Restauración es una etapa de estabilidad de la Historia de España que se extiende desde el año 1874, en el se restablece la monarquía borbónica tras la Primera República. 
      A finales sel siglo XIX, el sistema de la Restauración se vio sacudido por una fuerte crisis, provocada por la guerra colonial y la perdida de los últimos restos del imperio ultramarino. Paralelamente, España se vio envuelta en una crisis interna, fruto de lo que los coetáneos denominaron el "Desastre" que, acabo reorientando las lineas de la política española.
     La Guerra hispano-estadounidense (Spanish–American War en inglés), denominada comúnmente en España como Guerra de Cuba o Desastre del 98, en Cuba como Guerra hispano-cubano-norteamericana, y en Puerto Rico como Guerra hispanoamericana, fue un conflicto bélico que enfrentó a España y a los Estados Unidos en 1898, resultado de la intervención estadounidense en la guerra de Independencia cubana.


 Las causas de la crisis del 98

     A finales del siglo XIX, España vivió una profunda crisis que tuvo como detonante las guerras de independencia colonial en Cuba (1895-1898) y Filipinas (1896-1898).
El origen del conflicto estuvo en la inadecuada política colonial española y en los intereses expansionistas de Estados Unidos. Cuba era una colonia española. España se sentía ligada a Cuba por vínculos sentimentales muy fuertes: eran los últimos restos de un gran imperio y muchos cubanos descendían de españoles. Pero no eran menos fuertes los intereses económicos. En tres productos se basaba la economía cubana: azúcar, café y tabaco. Era la principal exportadora mundial de azúcar y también productora de café y tabaco. España monopolizaba el mercado colonial en su beneficio.

     A finales del siglo XIX estallaron en Cuba varias insurrecciones para lograr la independencia de España. Entre los líderes cubanos independentistas destacó José Martí, político y escritor cubano, hijo de españoles. Estas revueltas culminaron en 1895 con el estallido de la guerra de la independencia cubana. ---Entre las fuerzas políticas españolas existían tres posiciones claramente diferenciadas: la unionista –defendida por los dos partidos del régimen, que consideraba que era tierra española-, la autonomista –inclinada a conceder cierta autonomía, postulada por un sector del partido liberal y por los nacionalistas catalanes, vascos etc., y la independentista, aceptada por los republicanos. Pero entró en juego otro factor: Estados Unidos.

     Fundamentalmente fueron motivos económicos –comerciales e industriales- los que motivaron a Estados Unidos a intervenir en este conflicto: las minas y en las plantaciones de azúcar cubanas. Entonces Cuba era la primera productora de azúcar del mundo y el 90% de su producción se exportaba a Estados Unidos. Contaba además el interés geoestratégico norteamericano en afianzar el control militar sobre el mar Caribe y Centroamérica. El pretexto de Estados Unidos para declarar la guerra a España fue la voladura del acorazado estadounidense Maine fondeado en el puerto de La Habana. El Maine sufrió una explosión y se hundió en las aguas del puerto. ¿Quién había sido el responsable? ¿Se trataba de un accidente o de un sabotaje? Sin pruebas contrastadas, una comisión estadounidense atribuyó la responsabilidad del hecho al gobierno español. Así encontraron una justificación para la guerra. Tras varias semanas de investigaciones y de tensión creciente entre los dos países el 25 de abril de 1898 el Congreso de Estados Unidos declaró formalmente la guerra a España. Aun así, antes de esa fecha, antes de llegar al conflicto, Estados Unidos hizo una oferta de compra de la isla por 300 millones de dólares. Estados Unidos ofreció su apoyo a los sectores independentistas, proporcionando material y armamento a los rebeldes cubanos. La inferioridad naval española frente a la estadounidense era evidente.

     El enfrentamiento bélico provocó la pérdida de las dos flotas hispanas, la del Pacífico y la del Atlántico. Paralelamente a esta guerra, Filipinas también intentó lograr la independencia de España. El levantamiento fue encabezado por José Rizal, escritor de novelas y fundador de la Liga Filipina. Esta insurrección fue duramente reprimida y se produjo el fusilamiento de su líder, pero finalmente consiguieron la independencia de España. Los norteamericanos desembarcaron sucesivamente en Filipinas, Cuba y Puerto Rico. Puerto Rico y Filipinas sirvieron de excelente base militar para Estados Unidos.

Dibujo Satírico publicado en 1896 en el diario catalán La Campana de Gracia, criticando la actitud de EE.UU. hacia cuba

Consecuencias de la crisis del 98 en España
     
     Finalmente, consumada la derrota militar española, el conflicto concluyó en diciembre de 1898 con el Tratado de París por el que Puerto Rico, Filipinas y la isla de Guam (en el archipiélago de las Marianas) fueron cedidas a Estados Unidos. Cuba alcanzó la independencia, aunque de hecho quedó bajo “protección” estadounidense hasta mediados del siglo XX. Según este tratado, España cedió a Estados Unidos la isla de Puerto Rico (actualmente, estado asociado de Estados Unidos), Filipinas (que sólo consiguió su independencia en la tardía fecha de 1946) y la isla de Guam en el Pacífico (todavía hoy pertenece a Estados Unidos). Más que un tratado de paz, el documento firmado en París fue una capitulación impuesta por el vencedor al vencido. La delegación española confiaba en salvar la independencia de sus antiguas posesiones. Pero la delegación americana exigió la anexión de todos los territorios perdidos por España. Así, se plasmó la ley del más fuerte y supuso el principio de la expansión oceánica de Estados Unidos. Y es que el gobierno español se lanzó a una guerra para la que no estaba preparado.

     La pérdida del imperio español se completó con la venta a Alemania del resto de las Marianas, del archipiélago de las Carolinas y de las Palaos por 20 millones de pesetas, hecho que confirmó el proceso de redistribución colonial que estaba llevando a cabo a favor de las grandes potencias. La pérdida de los últimos restos del imperio generó graves repercusiones que trascendieron el ámbito militar y económico y se prolongaron hasta el siglo XX.

     La guerra había sido breve pero las repercusiones en España fueron intensas y duraderas. En primer lugar, surgió en gran parte del pueblo español un sentimiento de derrota, de trauma nacional, de desmoralización e impotencia. La incertidumbre alcanzó incluso a la prensa de la época que llegó a temer un ataque y ocupación de las islas Canarias. En España, las pérdidas económicas alteraron las finanzas, la Hacienda pública y los precios, cuyo encarecimiento afectó a los sectores más humildes de la sociedad. Éstos soportaron también las pérdidas humanas del conflicto, ya que las clases acomodadas se libraron del servicio militar mediante un pago en metálico. Esta guerra supuso el fin de prósperos negocios españoles en la isla. Si bien no generó una crisis política inmediata, el desastre colonial colaboró a la desintegración del régimen de la Restauración, según algunos historiadores. Inmediatamente se desató la polémica de la responsabilidad de la derrota. Parecía inevitable revisar un estilo de gobierno (alternancia de partidos, oligarquía caciquil…).
  
     El Desastre del 98 contribuyó a potenciar los movimientos regionalistas y nacionalistas. Por último, la pérdida del imperio provocó una crisis cultural de gran trascendencia, de la que ha dejado testimonio la Generación del 98 y el surgimiento de una conciencia crítica que desde una perspectiva intelectual, exigía una profunda regeneración política, económica e ideológica de la vida española. Se cuestionaban no sólo los cimientos de la Restauración, sino, incluso, la propia identidad de España. Muchos escritores e intelectuales se sintieron unidos en el intento de sacudir la conciencia de un país dormido, en expresión de Unamuno. Fueron Unamuno, Azorín, Baroja, Antonio Machado, Valle Inclán y Maeztu como figuras más relevantes. El aragonés Joaquín Costa fue la figura cumbre del Regeneracionismo político, quien denunció la lacra del caciquismo con violencia extrema. Su lema era “escuela y despensa”, válido para cualquier gobierno, condensó las dos preocupaciones claves de todos los regeneracionistas. España quedó como un pequeño país sin relevancia internacional de cuyo vasto y fabuloso imperio sólo quedaban algunos enclaves en África.
En conclusión, el año 1898 fue una fecha crítica en nuestra historia por la pérdida de las colonias, por la derrota militar, pero aún más por la honda repercusión colectiva y el examen de conciencia que el Desastre despertó en la sociedad española.

Buque Español Cristobal Colon. Destruido en la batalla de Santiago el 3 de Julio de 1898